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Desde algún lugar entre los humedales y la Universidad Intercultural de Chiapas, San Cristobal de Las Casas, Mexico
Revista Alternativa Anticapitalista en construcción a partir de la destrucción de algunos esquemas...

domingo, 23 de noviembre de 2008

LA OTRA FUENTE

PORTADA DEL SEGUNDO NÚMERO






Una exhalación en el vivir de estos de-mentes se desarrolla en el funcionamiento de este medio expresivo. El tiempo apremia todo; el segundo del instante envuelve al hecho y no basta mover un dedo de la mano cuando caminamos con los pies y las ideas, no sólo es hacerlo, es alimentarlo. Los errores se pagan, las experiencias te dan. La formación está implícita, el tiempo cambia y, sólo el instante, la acción del momento, vale la pena. Es ahora, puede ser mañana, pero siempre estaremos. La otra fuente en la conciencia, en la evolución, en la vida, la otra fuente en... por ahí vamos caminando.



Néstor A. Díaz

EDITORIAL DEL SEGUNDO NÚMERO

LA OTRA FUENTE DICE:


«¡A desalambrar, a desalambrar! Que la tierra es nuestra, tuya y de aquel, de Pedro, María, de Juan y José…» hablar de revolución ¿de qué?. La otra fuente se pone ahora las carrilleras, no de balas, de palabras ¿por qué? Por/que no es lo mismo, pero es igual.

El calendario marca una vez más: 20 de noviembre. Y la fotografía promete ser igual: niñas vestidas de adelitas, recordando a los mismos héroes que nos dieron patria. ¡La fiesta de la revolución! La siguiente fotografía quizá pueda pensarse como la misma: 21 de noviembre y la revolución sólo es una fecha en el calendario escolar (No lo olvide: esta vez se recorrió al lunes) un desfile que preparar y un discurso que volver a empolvar. La otra fuente ve a una revolución en llanto…a una que se hace con las manos y ¿Porqué no? Con las ideas y con todas las palabras y acciones que significan revolución y los riesgos que implica.

La fiesta por el centenario y el bicentenario, es ahora el tema de moda, la celebración que promete «levantarle el cuello» a un desangelado gobierno. ¡Claro! Revolucionarán la reforma energética.

Adal Ramones, Gloria Trevi, Lucerito, Galilea Montijo y compañía, nos dicen que no nos preocupemos por la recesión económica. Los mismos nos recordarán que cumplimos cien años de revolución, por eso: nada nos impide levantarnos mañana y apretarnos los cinturones para ir a trabajar como siempre. Amemos a la revolución verde porque nos ha agilizado el trabajo (¿melel o puro pas lot?).

¡Ah! Revolución. Cuando te dedique mis últimas líneas, mi carta a revolución; brindaremos juntos y volveremos a Playa Girón.

¡Ah! Mi país, el final del hombre se acerca, quiero pensar que no. La otra fuente se pone sus harapos y te dedica una canción.

No me gusta la muerte pero es el diario a diario de estos dementes, movidos por un hasta la victoria siempre, hasta siempre comandante. Neta que están de-mentes.

«Revolución verde»


Romance sonámbulo (fragmento) «…Verde que te quiero verde. Verde viento. Verdes ramas…. Verde carne, pelo verde, …las cosas la están mirando y ella no puede mirarlas…» Federico García Lorca


Hecha en Estados Unidos para el Mundo


Texto: Azucena de Abril Solís Espinosa


Verde fue el color tomado por una revolución agrícola que se presentó en México; pero, en qué consistía esta revolución, cuáles fueron sus objetivos, quiénes la promovían y cuáles fueron sus consecuencias...

Desde los orígenes de la humanidad, una de las principales preocupaciones ha sido la obtención de alimentos. En los 40´s un grupo de científicos gabachos encabezados por Norman Ernest Borlaug y financiados por la Fundación Rockefeller trabajaron en un nuevo modelo de producción agrícola, en donde el objetivo principal era generar alimentos en gran escala (para combatir el hambre del mundo, decían). En este nuevo modelo de producción eran empleados «paquetes tecnológicos» que incluían: nuevas variedades de cultivo de alto rendimiento (trigo, arroz y maíz principalmente), fertilizantes, pesticidas (muchos de los cuales fueron gases utilizados como armas en la Segunda Guerra Mundial), tractores y demás maquinaria.

Varios años tardaron en su investigación, pero por fin ya tenían un modelo; ahora había que probarlo ¡y Qué mejor que con los pobres vecinos!, «atrasados» por seguir con su sistema de producción tradicional y sus variedades que no eran económicamente rentables; de ahí que a principios de los 50´ en México comenzó la implementación de esta Revolución; este «progreso ficticio» se vio reflejado en las grandes extensiones de monocultivos, alta compra de insumos, utilización desmedida de agroquímicos (por la falta de capacitación), cáncer y enfermedades de la piel para los agricultores y para los consumidores de dichos alimentos, contaminación ambiental, deterioro de ecosistemas, etc., sólo por mencionar algunas consecuencias; pero todo esto era el precio de «aumentar la productividad» y muchos países subdesarrollados como México lo pagaron. Irónicamente, la misma pobreza y marginación en la que se encontraban muchas comunidades (en su mayoría indígenas) dieron pauta a que este nuevo esquema de producción no desplazara totalmente las prácticas tradicionales, conservando de esta forma la riqueza de sus agroecosistemas y su cultura.

Durante estos 60 años de implementación de la Revolución Verde, las consecuencias desfavorables y lo lejano de su objetivo inicial (que era combatir el hambre del mundo y que ahora es el slogan que retoman para justificar a los cultivos transgénicos), generaron la investigación en torno a modelos alternos que buscan el aprovechamiento racional y sustentable de los recursos naturales y la conservación del conocimiento tradicional. Uno de éstos movimientos es la Agroecología… pero esa, ya es otra Revolución.

UN DÍA…LA REVOLUCIÓN
Francisco Pérez Flores.
La Era, San Cristóbal de las Casas.

Un día… así iniciaba Isabel (Chabela le decía su madre) cualquier relato de lo que un día sucedió o sucedería. Un día… el jueves… y créanme, no se refería al jueves de la semana pasada u otro anterior, la acción descrita ‘sucedía’ ¡el jueves próximo! Un día… comenzaba no sin tomar un lugar desde el cual nos miraba a todos. Sus grandes ojos azules se abrían aún más (o siempre me pareció así) cuando sus 5 años tomaban esa postura, de sus rosados labios salían personas, lugares, cosas, todo lo necesario para su historia. Su pálido rostro se tornaba serio. Una de sus características al hablar es que tenía algunos problemas de dicción.
- Hola Isabel, qué hiciste hoy.
- En la tarde, fui a la edscuela- dato curioso pues ella iba en el turno matutino-
- ¿Y te gusta ir a la escuela?
- Sí - dice de manera no muy convincente_ Oye tío, qué es eso de la Revoludción… hoy en la edscuela nos pidieron que fugaramos con unos rifleds y que unos eran los ¿qué?, ah sí, los federales y otros los revoludcionarios…y que viva, ay ¿quién?… Ah, sí. Que viva Villa, y que viva Dzapata… que vivan los héroeds que nods dieron patria.
- ¿Los héroes que nos dieron patria?
- Así no dijo el maestro… ¿Está mal?
- No m’hijita, tu maestro no está mal, está pendejo… ¡Ay!
- ¿Cómo dijiste?
- Nada… err… olvídalo. Mejor sígueme contando.
Dejé de verla algún tiempo. Cuando nos volvimos a encontrar ella tenía alrededor de 18 años. Estaba terminando la ‘prepa’; aun no decidía si continuar en la escuela o trabajar.
- Chale tío, mira acabamos de hacer un trabajo sobre la Revolución Mexicana. Hubo compañeros, la mayoría, que bajaron textos de Internet y sin siquiera leerlos, les pusieron portada y esa fue su tarea. Otros observamos que ciertas condiciones ‘pre-revolucionarias’ se parecen a las actuales: la carestía, la falta de democracia, de empleo, de educación. Lo que me parece más grave es que aparentemente a nadie le interesa, muchos creemos ver los problemas pero no hacemos nada en torno a ellos sino lamentarnos, discutir entre nosotros, cuestionándonos a nosotros y así, hasta terminar en pleitos personales… entre nosotros... Cuando eras joven, ¿qué pensaban?
- Depende. Había de todo. Algunos nos llegamos a creer revolucionarios, marxistas-leninistas (otros se decían marxistas-lennonistas, por John Lennon) Por otra parte, en ese entonces había cierta ‘efervescencia social’. Las manifestaciones, con participación de miles y miles, nos hacían sentir que el triunfo de la Revolución estaba cerca… ‘No queremos Reformismo, queremos Revolución’ era una de las consignas…
- Estaban medio locos, mira que querer hacer una revolución…
- Yo no sé que tanto me he transformado, pero sigo creyendo que hace falta tal vez no una revolución pero sí reformas profundas que beneficien a la gente y no a unos cuantos… como en el caso del petróleo…
- Ay tío creo que todavía estás medio loco… y me estás contagiando. Yo también empiezo a creer que hace falta, como dices si no una revolución sí un cambio, pero de ‘a devis’, que nos beneficie y no que nos joda más como lo de Afores, la Ley del ISSSTE, y tantas otras chingaderas, ay perdón, pero es que da coraje, ¿crees que sea posible?
- ‘Asegún’. Todavía hay de todo y pues… tal vez… algún día… la revolución…
Sobre la revolución…
Texto: Saskia M. Hernández Paniagua

Una de las fechas que marcó la vida de los mexicanos es 1910, año en que la Revolución Mexicana nos brindó esperanza y al mismo tiempo nos heredó responsabilidades e historias de personajes que se convirtieron en leyenda.
Y, ¿acaso no todos somos revolucionarios aún después de casi 100 años? En el trabajo, escuela, hogar, con los amigos, pareja e incluso en nuestro interior hay una especie de pequeña o gran revolución. Es decir, somos pequeños, medianos o grandes revolucionarios; luchamos en silencio hasta que nos es imposible callar. Entonces se genera la catarsis.
Hay muchas formas de luchar, cada uno elige el bando, la causa; y cada uno de nosotros, como revolucionarios, elegimos las herramientas de nuestra revolución.
En la historia encontramos pasajes de quienes lucharon con las armas, algunos más eligieron el arte en sus diversas formas: fotografía, pintura, música, entre otros.
Los ejemplos de las revoluciones a través de la música, como en otras artes, son múltiples, no podemos olvidar al cantautor chileno Víctor Jara, quien dijo que “la canción auténtica, la revolucionaria, tiene que cambiar al hombre para que éste cambie la sociedad”
Revolucionaron también con su talento: Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, en Cuba; Pablo Neruda, Violeta Parra, en Chile; y en México, dentro de las artes visuales Agustín Víctor Casasola, quien integró uno de los archivos fotográficos más importantes de la Revolución Mexicana y el grabador José Guadalupe Posada, ilustrador de periódicos, revistas, pasquines y todo tipo de publicaciones subversivas; en nuestro país esto fue posible gracias a que la Revolución Mexicana fue el detonante de una verdadera revolución cultural, un desbordamiento de expresión.
Las revoluciones, como la vivida en México, generalmente tienen un saldo sangriento, defender las ideas no es fácil y menos sencillo resulta aceptar o mostrar el coraje suficiente para hacerlo. Tristemente eso nos ha enseñado la historia y ahora lo más complicado es matar el miedo: miedo a la opinión general, miedo a estar en contra de lo “establecido” y ser señalado, miedo a escribir, a hablar. Debemos quitarnos el temor a ser nosotros mismos; por eso la verdadera revolución debe iniciar en nuestro interior. ¿Utópico? Quizá ¿Peligroso? También, pero siempre vale la pena.

REVOLUCION EN LLANTO

REVOLUCIÓN EN LLANTO

Texto: Juan Antonio Méndez Rodríguez

Recuerdo a los que me hablaron y besaron por primera vez. Yo andaba por las calles esperando encontrar algo que le diera sentido a mi vida. De repente me encontré a uno y luego a otro y otro. Estuve en Francia, Inglaterra, Japón, Cuba, México, Estados Unidos, en fin.

Me hicieron parte de ellos, me unieron a sus vidas. Esos fueron los mejores años ¡Ah! Qué años. Recuerdo las primeras pintas de mi nombre, realizadas por manos apenas sostenidas por mi nombre “Revolución”. También recuerdo aquellas hermosas canciones que me dedicaron un “son revolucionario, llegó la hora del viento, reventando los silencios”. Varios poetas se enamoraron de mí, me acariciaron con sus plumas, sus voces.

Adopté sus nombres, ellas y ellos adoptaron el mío, y así Víctor Jara, Violeta Parra, Humo Ernesto “Che” Guevara se llamaban igual que yo; así me llamaba igual que ellos: “Revolución”. Recuerdo las primeras batallas así como recuerdo las últimas ¡Batallas revolucionarias! Ahora sólo veo a los que dicen hacer revolución que más que hacer revolución, son pugnas por ver quién domina más territorios. Quién tiene mejor verbo- Usan las imágenes, palabras y frases de aquellos verdaderos revolucionarios para justificar actos que denigran.

¡Dan vergüenza!

Me consuela ver que aún hay personas que buscan concientizar a la gente; la lucha es grande…el monstruo ha crecido. La ignorancia arrasa con mucho, engaña a muchos. Las ideas hacen la revolución, no la palabra revolución. No es prostituir las imágenes del Che, de Víctor Jara y de otros tantos, como una moda en las revistas. Tampoco es el olvidarlos, es hacer conciencia a través de las ideas. Los jóvenes revolucionarios o los que quieren hacer revolución deben empezar a relacionarse con la historia y la conciencia.

Tal vez sea mi desesperación, ya no me relaciono con todo mundo. Ya casi nadie me habla, ya casi nadie me comparte su vida.

Mi nombre es idea y no hago más que buscar compañía.

(Texto del segundo número de la revista que habló sobre revolución)

jueves, 13 de noviembre de 2008

Portada del primer número




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La noche espera, el día